Susan Rivera
La Tertulia 49 ¡Era abril de 2014! Llegaron Danny, Luis y Mami a mi casa. Ella se encontraba en su mundo de fantasías y de recuerdos de un ayer lejano para nosotros, pero tan vivido para sí misma. Y todos nosotros nos encontrábamos con cara de tristeza, culpabilidad, incredulidad, rabia y de confusión, entre otros sentimientos, que más bien parecía que íbamos para el funeral de nuestra madre en vida. No era un día normal para ninguno; no lo era. Estábamos a pocas horas de terminar la costumbre de llevar a mi mamá a mi casa para cuidarla, en lo que mi hermano trabajaba o hacía sus cosas personales o de “carretearla para todos lados”. Mis hermanos y yo nos negábamos a aceptar la terrible realidad de que aquella mujer fuerte y sometida no era la misma, que repetía una y otra vez las mismas historias, que tenía amigas imaginarias frente al espejo, que a veces pasaba mucho trabajo reconociéndonos. En nuestra desesperación de querer que las cosas siguieran igual a como eran antes, nos encaminamos en una gira local buscando terceras y cuartas opiniones médicas. - “¡¿Qué mami tiene qué?!”- era mi grito interno de desesperación, intentando no levantar sospechas ante nadie de mi temor. O, quizás, era una estrategia de defensa para evitar que la enfermedad se convirtiera en nuestra cruda realidad, como si con no hablar del tema fuera a desaparecerse.
Llegamos al lugar donde la iban a cuidar las 24 horas del día, los 7 días de la semana… Luego de firmar tantos papeles (que nos hacían sentir como los peores seres humanos al delegar su cuidado diario a otras manos que no fueran las nuestras), llegó el momento de despedirnos. - “¿Cómo que no podemos cuidarla más? ¿Qué clase de hijos somos?”. Entre lágrima y lágrima, hacíamos chistes para disimular tanto dolor, rabia, frustración y hasta derrota. Sí, derrota ante el avance del Alzheimer en mi mamá. - “¿Por qué ella? ¿Por qué mami? Si hacía ejercicios a diario, leía todos los días su Biblia, sus comidas eran saludables… Y entonces, ¿qué?” Y así, muchas preguntas y dudas. Le dijimos que se iba a quedar en un “Campamento de la iglesia” para que se quedara tranquila.
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La Tertulia 49Photo by Rawpixel on Unsplash Categories
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